Es entonces cuando nos abrimos a dar y a recibir, cuando comenzamos a disfrutar, cuando vivimos integrando lo que somos, en coherencia con nosotros mismos.
Para ello es necesario conocer, tanto a nuestro cuerpo como a nuestra mente. El famoso aforismo griego que se encontraba inscrito a la entrada del Templo de Apolo en Delfos: "Conócete a ti mismo".